Adoptamos a Laika en primavera. Buscábamos una compañera para Zara, la guardiana de nuestra casa. Quien nos iba a decir que en lugar de una guardiana estábamos trayendo a una escapista.
Con esa cara de angelito, tiene ¡un alma que necesita ser libre! y en tres días se escapó dos veces.
Mientras en casa la buscábamos y esperábamos noticias desesperados, cuando la recuperamos la primera vez ya nos dejó claro que repetiría pues, lejos de ser una experiencia negativa, se convirtió para ella en una más que agradable jornada gastronómica. Cenar y desayunar a base de churrasco es un buen aliciente para volver a saltar el muro de la finca.
Y así fue. Mientras estábamos subiendo la altura del perímetro de la finca para dificultar su salida, con un salto casi olímpico volvió a salir en busca de aventuras. Esta vez tardó más en aparecer, además su chip se había movido y constaba como que no estaba identificada. Por suerte, la recogieron en el mismo lugar donde la habíamos adoptado y los trámites fueron más sencillos.
Durante el tiempo que estuvo de aventura más de uno nos tachó de irresponsables pero ¿qué puedes decir de una delincuente que intenta saltar por la ventana de la perrera mientras firmas los papeles para llevarla a casa de nuevo?
Una finca enorme para correr y jugar con Zara parece no ser suficiente para ella, está claro que necesita ver mundo. Según llegó la segunda vez lo primero que hizo fue inspeccionar el trabajo que ya habíamos rematado y no le gustó en absoluto.
Sólo esperamos que no decida intentar otras vías de escape.
Montse